Por Federico Gastón Guerra
El periodista Walter Vargas, especialista en boxeo, afirma que "el boxeo argentino es fruto de dos paradojas fundacionales: la primera, nació como un deporte de ricos que con el tiempo se ofreció al albur del pobrerío.
La segunda: su primer hito de argentinidad gloriosa fue escrito con la tinta de una derrota por nocaut: la de Luis Ángel Firpo a manos de Jack Dempsey en el Polo Grounds de Nueva York el 14 de septiembre de 1923". Aquella pelea tuvo, además, la particularidad única se ser emitida por radio y tener entre sus oyentes a Julio Cortázar en su casa de Banfield.
Julio Cortázar describe así en El Noble Arte, la escucha desde el Sur de la denominada "pelea del siglo": "Yo tenía nueve años, vivía en el pueblo de Banfield, y mi familia era la única del barrio que lucía una radio, caracterizada por una antena exterior realmente inmensa, cuyo cable remataba en un receptor del tamaño de una cajita de cigarros pero en el que sobresalían brillantemente la piedra de galena y mi tío, encargado de ponerse los auriculares para sintonizar con gran trabajo la emisora bonaerense que retransmitía la pelea".
Técnicamente aquella proeza técnica se realizó de la siguiente manera: "Del estadio se enlazó con la Westinghouse Broadcasting, de Pitts- burgh; de allí, por radiotelegrafia, a Transradio Internacional y de esta posta un salto hasta LOZ Radio Sudamérica y finalmente a LOX Radio Cultura, que, de paso, distribuía la información al diario La Prensa.
Frente a las instalaciones de ese diario, sobre Avenida de Mayo al 500 y también unas cuadras más arriba en la puerta de Crítica, una multitud expectante siguió en tiempo irreal, durante horas, ese combate que duró poco más de cinco minutos. La proeza tecnológica fue captada en nuestro país en las radios a galena que, antes y después de la pelea, incrementaron sus ventas", detalló Carlos Ulanovsky en su libro 36.500 Días de Radio.
Para Vargas, en un artículo de la agencia TÉLAM: "Esa pelea, considerada la más dramática del Siglo XX, cifrará el glorioso destino del pugilismo nacional, pero lo hará, como fue advertido, en clave contradictoria: pese a que terminará en derrota, la travesía es acompañada por una multitud apostada a las puertas del Pasaje Barolo, expectante de las señales que llegaban mediante una antena dispuesta en la cúpula del edificio".
Cortázar asistió esa jornada, según sus palabras, desde El Sur bonaerense "al nacimiento de la radio y a la muerte del box", evocando a aquella pelea que "fue nuestra noche triste; yo, con mis nueve años, lloré abrazado a mi tío y a varios vecinos ultrajados en su fibra patria".
En 100 años de boxeo argentino en 12 combates legendarios, Diego Morilla analiza: "El debate es fútil, pero la certeza es una sola: durante al menos nueve segundos, un argentino, el primero en calzarse los guantes para desafiar a un campeón mundial, se plantó solo sobre el ring, y fueron solamente unos breves momentos y la falta de reglas claras lo que lo separaron de la gloria eterna".
Como consuelo para el escritor de Rayuela: "A despecho de la derrota (que por un instante la multitud apostada en Avenida de Mayo había interpretado como triunfo por un error de la señalización con colores verde y rojo en la antena dispuesta en la cúpula del Pasaje Barolo), Firpo fue recibido en la Argentina con rango de héroe, se levantó la prohibición del boxeo que regía en la Capital Federal y se le otorgó la licencia oficial número 1", relata el periodista Walter Vargas. En el patio
Aquellas voces entrecortadas y ruidosas llegaban a cada hogar y se metían como flechas en los pocos receptores que había en Buenos Aires. Y así las palabras y la música comenzaban a ser parte del aire, y nadie entendía demasiado esa especie de magia nueva que atravesaba muros de concreto sin ser vista.
Ulanovsky completa que "una cantidad considerable de vecinos había tomado posesión del patio de la casa (de Cortázar en Banfield), esperanzados en recibir buenas noticias desde los Estados Unidos" "Eso cuenta Cortázar en el relato ?El buen arte' incluido en uno de sus títulos clásicos, La vuelta al día en 80 mundos (Siglo XXI, 1967). ?Demás está decir el pandemonio que se había armado en el patio de mi casa con las informaciones espasmódicas que mi tío recibía en las orejas y estertoraba por la boca', escribe y describe lo que llama una ?maniobra indigna.
Manos amigas -dice- alzaron a Dempsey, pero como 30 o 40 segundos después. Había perdido, pero al retornar ilegalmente al ring se repuso y ganó por nocaut'. Confiesa el escritor que aquella fue su noche triste, que el niño que era terminó llorando sobre el hombro de su tío.
Algo parecido le debe haber pasado a buena parte de los 15 millones de habitantes del país cuando se enteraron de la derrota", se lee en 36.500 Días de Radio.
El escritor de Rayuela nació en Bruselas, Bélgica, un 26 de agosto de 1914. Ya a los 4 años llegó a tierras argentinas para vivir hasta los 17 "en uno de los suburbios de Buenos Aires que nosotros pronunciamos Banfield pero que tiene un nombre inglés que corresponde a uno de los muchos ingenieros que construyeron el sistema ferroviario argentino, eso lo hicieron los ingleses".
"Entonces le ponían los nombres de sus personas importantes. La estación que seguía a la mía se llamaba Temperley. De modo que había momentos en que uno podía creerse mucho más en Inglaterra que en la Argentina", detalló en el programa "A fondo" en una entrevista que le realizó Joaquín Soler en España, en 1977.
Recordemos que el 27 de agosto de 1920 Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica dieron inicio a la radiofonía argentina cuando transmitieron la ópera Parsifal desde la terraza del Teatro Coliseo.
En las décadas de 1920 y 1930 la programación era entre conciertos, obras de teatro, un poco de humor con el dúo Buono Striano y algún que otro Boletín Sintético bajo el auspicio de Cafiaspirina o aceite Ricoltore.
Esa fue la primera transmisión radiofónica (integral y completa) de un programa de radio, realizada por los cuatro radioaficionados que pasaron a la historia como los Locos de la Azotea.
En El Noble Arte Julio Cortázar precisó que "después la radio se perfeccionó rápidamente, aparecieron los altavoces, las lámparas, y esas palabras que eran la magia de mi infancia".