Historias de genocidas | Avellaneda
Horacio Luis Castillo, ex director del Colegio San Diego de Wilde y su proceso por crímenes de lesa humanidad
Sábado, 18 de febrero de 2023
El juicio se desarrolla en el Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1 de La Plata contra 12 genocidas partícipes en las brigadas del Circuito Camps. Los imputados participaban en las brigadas del Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno.

 Entre tantos monstruos de aquel infierno figura Horacio Luis Castillo, quien fuera director del Colegio San Diego de Wilde hasta el 2022, y a quien se le acreditó haber cumplido funciones en dos centros clandestinos de detención, tortura y exterminio.

En "El infierno", su actividad se desarrolló en dos períodos: 3/9/73 al 10/8/76; y del 7/3/77 al 14/2/79. En la primera instancia se desempeñó como Oficial Inspector de Seguridad; mientras que posteriormente fue Oficial Principal de Seguridad.

Mientras que, desde agosto de 1976, y durante 8 meses, estuvo vinculado a la División Delitos contra la Propiedad, que funcionó en el Pozo de Banfield.

Durante el desarrollo del juicio, en base a testimonios y pruebas, quedó demostrado que Castillo privó ilegalmente de la libertad, custodió y aplicó tormentos a cerca de 40 víctimas, entre ellas Héctor Oscar Callejas y Mercedes Albariño Blanco, durante el tiempo que permanecieron detenidxo ilegalmente en el CCDTyE, que funcionó en la Brigada de Investigaciones de Lanús.

También se le atribuye responsabilidad a Castillo en desapariciones forzadas y homicidios agravados. Por otro lado, desde su rol funcional, también se demostró que Castillo posibilitó el abuso sexual simple de tres personas.

A esto se suma el testimonio de otra víctima, Carlos Iaccarino, que lo reconoce como responsable de la aplicación de tormentos para obtener tanto declaraciones, como para lograr el desapoderamiento de sus propiedades y bienes. Por el análisis de su legajo, al Tribunal le consta que Castillo también fue jefe de la División Delitos Económicos.

Escondido frente a todo el mundo

Uno imagina a esos seres atroces escudados en el anonimato, refugiados en las latitudes del país, en un silencio casi sepulcral para no hacerse notar, pero no es el caso del Luis Horacio Castillo, quien fue durante décadas el dueño del Colegio San Diego, una respetada institución de educación privada inicial, primaria y secundaria de Wilde, y que cumple prisión preventiva en su casa, acusado de crímenes de lesa humanidad en centros clandestinos del sur del Conurbano.

La dictadura cívico militar estaba en pleno auge y entonces, él brindaba sus servicios no solo a la Policía bonaerense, sino también al terrorismo de Estado. Según consta en su legajo, desde febrero de ese año era oficial principal de seguridad en la Brigada de Lanús, donde funcionó el centro clandestino conocido como "El Infierno".

Castillo integraba un grupo de represores procesados por el juez de instrucción Ernesto Kreplak, acusados de perseguir, secuestrar, torturar y abusar de personas, entre las que figuran varias integrantes del colectivo travesti trans, durante la última dictadura cívico militar. También supo que el magistrado ordenó su detención bajo prisión preventiva y que cumple el encierro en su casa.

Castillo se retiró de la Policía bonaerense en 1986 con el rango de comisario. Para entonces, la institución educativa que había fundado junto a su esposa llevaba cinco años y ya funcionaba en el terreno donde hoy continúa emplazado. Los comienzos, en 1979 fueron en el sótano de la casa familiar -el matrimonio tuvo dos hijos- en Polonia y Mitre, Wilde, a modo de guardería.

Las fuentes certifican que el colegio "siempre se mostró a la comunidad como una institución que imponía disciplina entre los pibes y pibas, como que de ahí salías derecho o derecho". Entre los recuerdos compartidos vuelven a ser mencionados los campamentos con la "presencia muy dura" de Castillo, que "siempre llevaba con él un bastón que golpeaba contra el piso cuando quería que se hiciera silencio, marcar presencia. Y lo lograba". Un orden marcial, aprendido y enseñado en el centro educativo. 

Surge del legajo que documenta el derrotero de Castillo en la Policía Bonaerense que entre el 10 de agosto de 1976 y el 7 de marzo de 1977, fue oficial inspector y luego ascendido a oficial principal de seguridad de lo que entonces era la División Delitos contra la propiedad de la Bonaerense que funcionaba en Vernet y Siciliano, Villa Centenario, Banfield. En esa dependencia, que a partir de enero de 1977 pasó a ser sede de la Brigada de Investigaciones de la fuerza conducida por Ramón Camps, ya funcionaba el centro clandestino conocido como Pozo de Banfield.

Del mismo legajo surge que aquel marzo de 1977 Castillo fue trasladado a la Brigada de Investigaciones de la Bonaerense en Lanús, que entonces funcionaba en Avellaneda: El Infierno. Allí fue reconocido y nombrado por dos sobrevivientes de ese campo de concentración: Mercedes Albariño Blanco y Héctor Oscar Callejas.